Ser padre o madre de un niño o adolescente deportista es un reto importante que asumir, muchas veces se nos olvida que somos los padres y no somos el “entrenador” de nuestros hijos en la cancha.
Nos la pasamos gritando que posición, actitud y/o jugada deben hacer durante el juego, desde fuera del campo asumimos un papel que no nos corresponde y creemos que eso les hace bien.
Nuestro hijo(a) por supuesto quiere vernos ahí, y mucho de su juego lo dedica a nosotros, para hacernos sentir orgullosos y satisfechos de lo que es capaz de hacer. Sin embargo, no es eso lo ideal para su sano desarrollo, ellos necesitan disfrutar el juego sin importar los resultados.
Desde la tribuna, los vemos temerosos, cansados, frustrados, valientes, enojados y felices; todas estas emociones juntas en un mismo partido. Por eso, nos motivamos para lanzarle nuestros gritos y porras con el afán de “guiarlos”. Esto es natural para un padre que ama a su hijo y que “cree estar haciendo lo correcto”.
¿Pero realmente estamos haciendo lo correcto?
A veces nuestros gritos son de exigencia, de enojo, de frustración, tal vez hasta de cólera. Y entonces la cara de preocupación de nuestro hijo se transforma en cara de miedo, y la de frustración en angustia. ¿Qué más podemos esperar ver en ellos? Si nosotros mismos gestionamos mal nuestras emociones desde fuera del campo.
En ese lugar que ocupamos desde la tribuna, nuestra misión es muy distinta a la del entrenador y en muchas ocasiones, nos cuesta trabajo entenderlo. Nos adjudicamos un papel que puede perjudicar el desempeño deportivo de nuestro hijo, y sin embargo, si tomamos el papel que en realidad nos corresponde, beneficiaremos grandemente su desempeño.
Por eso, PADRES DE HIJOS QUE JUEGAN FÚTBOL pongamos atención a los siguientes puntos:
1. Asiste a sus entrenamientos y partidos de tus hijos siempre que te sea posible, pero si estás enojado o estresado piénsalo 2 veces, no vaya a ser que te desquites con ellos durante el juego, y lejos de servir de motivación, los desanimes. Habrá tiempo para compensarle tu ausencia, y no olvides preguntar cómo le fue y échale porras siempre.
2. Si asistes al juego con el ánimo ideal, cuida tu actitud y comentarios durante el juego, estás ahí para fortalecer su confianza, sonríele siempre que te voltee a ver, o hazle una seña de aprobación, porque para eso voltea.
3. Al final del partido, no lo juzgues. Escucha cómo se sintió, refuerza con un abrazo su confianza en ti. Y si pide tu opinión, sé honesto pero primero aplaude lo positivo, y después comenta lo negativo, estará listo para escuchar tu consejo.
4. No tomes el papel de entrenador desde las tribunas. Aparte de que no te ves bien, ni siquiera alcanza a escuchar todas tus indicaciones, pero si alcanza a ver y escuchar tus sonrisas y aplausos.
5. Recuerda que tu papel es el de padre o madre, nunca le des la espalda en sus derrotas. Estas ahí para motivarlo a seguir, aún a pesar de lo duro que sea perder. Eso, siempre te lo va a agradecer en su partido y en su vida!
Así que recuerden que nuestro mejor papel, lo podemos hacer con AMOR desde la tribuna.