Las limitaciones que más aminoran tu capacidad de progresar y de llegar a desarrollar tu máximo potencial son las que tú mismo te impones en tu mente.
Es común que se presenten obstáculos en tu camino hacia el logro de tus metas. Estos pueden aparecer como en este momento con esta pandemia del Covid-19 o en cualquier momento de la vida en la forma de incomodidades, falta de recursos económicos, cambios de trabajo, que no confíes en tus capacidades, profesores o jefes poco amigables u otras maneras que pueden hacer tambalear tus decisiones y sumirte en la incertidumbre. El miedo al cambio o a lo desconocido también son barreras a superar.
De tu actitud y de tu accionar depende que esas dificultades sean momentáneas o que se trasformen en una limitación permanente.
Si hay alguien en tu familia o en tu entorno más cercano que se opone a tus avances y a que elijas tu propio destino, las cosas se pueden poner difíciles. Claramente, no es sencillo luchar contra la corriente. Pero lo difícil también es posible, tal vez solo lleve un poco más de esfuerzo o de tiempo.
Es importante que comprendas que no es necesario que todos comprendan o avalen lo que quieres hacer, a veces hay que romper paradigmas y fomentar el cambio si es para tener una mejora.
Tampoco que dejes de lado tus más genuinos anhelos ni aquello que intuyes que te hará feliz porque algunos allegados no hayan podido alcanzarlos. No acceder a un buen trabajo o a un título universitario porque esto no iría en sintonía con lo que sucede habitualmente en tu familia o con la realidad de tu pareja va en desmedro de tus posibilidades reales de mejora y de progreso: quien te quiere bien y es generoso, te entenderá y te apoyará, aunque esto implique que en algún plano te sitúes en un nivel superior al de él.
Además, cuando eres mayor de edad, nadie puede ponerte un límite si tú no lo aceptas y, al hacerlo, quien está tomando la decisión de posponer o de relegar sus deseos e ilusiones eres tú.
¡Esfuérzate por superar las limitaciones que te has establecido y no permitas que nada ni nadie se interpongan entre tú y tu felicidad! Ni siquiera, tú mismo.
Escrito por Madeleine Peralta
Directora de FRAMA y Coach Ontológico